Velocista bielorrusa pide asilo en Japón luego de que su delegación olímpica intentara secuestrarla

Por Ariel Maceo Tellez

Pareciera una noticia tremendista, incluso sacada de una película de Netflix. Daría incluso gracia de no ser porque es la realidad, a la corredora de 200 metros de Bielorrusia Krystsina Tsimanouskaya la intentaron secuestrar.

Es que los eventos deportivos internacionales son como un depósito donde se pueden descubrir las mezquindades de los gobiernos totalitarios y que viven en una permanente dictadura, de la que sus deportistas de alto rendimiento no están exentos.

Y cuando llegan los eventos deportivos, los deportistas se convierten en ninjas para poder fugarse y no retornar nunca más a sus países de origen. Porque vivir bajo un régimen de terror no es cosa de juegos, ni algo para entender a menos que seas oriundo del país, o seas un extranjero arraigado en tierras totalitarias.

Resulta que Krystsina logró escapar de su delegación cuando decidieron apartarla de la competencia. Al llegar al aeropuerto se le acercó a la policía del recinto para pedir ayuda y les aseguró que estaba secuestrada. Imploró por ayuda.

Y es que ese es el nivel de terror que se vive en los regímenes totalitarios. Todos quieren huir. No importa si eres panadero, doctor, o deportista de alto rendimiento, como es el caso de la bielorrusa. Todos sus problemas comenzaron cuando criticó públicamente a sus entrenadores, algo que no gustó para nada, y la apartaron enseguida de la competencia para llevarla de regreso a Bielorrusia, a lo que ella se negó y de paso pidió ayuda al Comité Olímpico: 

“Pido ayuda al Comité Olímpico Internacional que me ayude. Me presionaron y tratan de hacer que abandone el país sin mi acuerdo”.

La corredora declaró que la presionaron para que regresara y así sus compañeros pudieran estar en calma, típico de las dictaduras. Como es típico también que los dictadores, pongan a sus hijos y familiares en altos cargos para ejercer mayor control sobre el país. 

En este caso es Viktor Lukashenko, el responsable de la representación olímpica de Bielorrusia.

El hijo del dictador emitió un comunicado asegurando que la corredora fue removida de la competencia “por decisión de los médicos, debido a su estado emocional y psicológico”. Algo que desmintió enseguida la velocista y aclaró que todo se trata de una mentira para tratar de cambiar en realidad el verdadero problema, y es que la inscribieron en los 400 metros sin su consentimiento, cuando ella es velocista de 200.

Esto es lo que pasa en las dictaduras, para las que sus ciudadanos, en realidad, no son ciudadanos.

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