Al régimen cubano no le salieron bien las cosas en México



Nadie imaginó lo que ocurriría en la reunión de la CELAC de hace unos días llevada a cabo en México. Nadie imaginó que al presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez lo iban a poner en ridículo delante de todos. Nadie imaginó que al régimen cubano le iban a dar esa soberana paliza.

Sobre todo, porque el objetivo de esa reunión quedó bien claro con el espaldarazo presidencial que recibió Miguel Díaz-Canel de parte de López Obrador, al invitarlo al día del grito de independencia de los Estados Unidos Mexicanos.

Imagino que luego de tener la oportunidad de dar un discurso en un día tan importante para México, y ser recibido con todos los honores por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, fue como un bálsamo para Díaz-Canel y el régimen cubano, que bien sabe que tienen las piernas serruchadas, luego del estallido social ocurrido el 11 de julio pasado.

Pero las señas de que algo no iba a salir bien estaban ahí.

Primero por las reacciones de los mexicanos y las mexicanas al enterarse de la visita del dictador de Cuba, y no solo por ellos. La inconformidad y el rechazo también llegó de parte de senadores y senadoras, artistas, intelectuales que se hicieron sentir en las redes sociales, y bajo los hastag #CanelMéxicoTeRepudia y #CanelNoEresBienvenido entre otros, mostraron un rechazo que el régimen cubano, con su presidente a la cabeza, no habían sentido hasta ahora en visita a otro país.

Y no solo eso. La sociedad civil cubana, pequeña pero segura, se hizo sentir en la Ciudad de México para gritarle dictador a Díaz-Canel y recordarle que los cubanos y las cubanas sin importar donde estén, quieren ver a una Cuba libre.

Así que, a gritos de Patria y Vida opositores cubanos, encabezados por José Raúl Gallego, Anamelys Ramos, Claudia Padrón Cueto, entre otros, se hicieron sentir frente a la embajada de Cuba en México para hacerle saber al tirano que el estallido social del 11 de julio del 2021 no ha parado, sino que se ha extendido a otras ciudades del mundo.

Eso fue la previa de lo que luego vendría en la reunión, donde el presidente de Uruguay, el excelentísimo señor Luis Lacalle Pou, se convirtió en un héroe para los cubanos y las cubanas al decir, en plena reunión de la CELAC: 

“Participar de este foro no significa ser complaciente. Y con el respeto debido, cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando se utiliza el aparato represor para callar protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se respetan los DDHH, nosotros en voz tranquila pero firme debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.

Y ese no fue el primer piñazo por la cara que recibió Díaz-Canel en esa reunión.

Antes, el presidente de Ecuador Guillermo Lasso le dio un repaso de democracia durante su intervención:

“Y ese futuro común, solo se construye a través de la libertad de nuestros ciudadanos, para abrir nuevos mercados, para comerciar, soñar y crecer juntos, en una plena democracia. En libertad, donde existan elecciones transparentes, sin ninguna duda, donde se respete la libertad de expresión, donde se respeten los DDHH, y las libertades políticas de los opositores, a nuestros gobiernos”.

Con ese discurso comenzó la debacle psíquica y emocional de un presidente cubano que no fue elegido por el pueblo, como la mayoría de los presidentes de otros países. Un presidente cubano escogido minuciosamente para suceder en el poder al dictador Raúl Castro. Un presidente cubano, Díaz-Canel, que el 11 de julio, en pleno estallido social, dio la orden de reprimir las manifestaciones que hasta ese momento venían siendo pacíficas.

Manifestaciones que dejaron saldo de al menos un muerto, heridos de balas, centenares de heridos en general, y más de mil detenidos. Manifestaciones que fueron brutalmente contenidas por las fuerzas antimotines de un régimen que lleva 60 años imponiendo el terror en Cuba a través del sistema socialista.

Por eso lo ocurrido en la reunión de la CELAC terminó siendo un balde de agua fría, y frustró todo el reconocimiento y respaldo que creyó haber tenido Miguel Díaz-Canel al pisar tierra mexicana.

Eso sí, más allá de que el régimen cubano tenía sus respuestas preparadas, como plan de contingencia ante la posibilidad de que algunos de los gobiernos democráticos los señalara, mostraron una vez más la mediocridad de un presidente que no es capaz de rebatir un argumento sino es a través de su tarjetería.

Porque eso fue lo que hizo el presidente de Uruguay Luis Lacalle, ridiculizar a Miguel Díaz-Canel al frente de otros mandatarios, y a los ojos del mundo.

Y no solo que lo ridiculizó, sino que le dio el tiro de gracia al decirle en su cara:

“Quiero citar una canción muy linda que quienes la cantan se sienten oprimidos por el gobierno: Que no siga corriendo la sangre, por querer pensar diferente, quién les dijo que Cuba es de ustedes, si mi Cuba es de toda mi gente”.

Fue esto el jaque mate a una gestión presidencial más que cuestionable. Y la verdad es que por menos que esto, Díaz-Canel debería presentar su renuncia.

Tras la paliza el presidente de Cuba solo pudo responder que el señor Luis Lacalle tenía mal gusto musical, aludiendo una vez más al carácter fascista del Decreto Ley 349, cuya campaña en su contra, dio pie a todo lo que se está viviendo hoy en Cuba.

La verdad no creo que el régimen se pueda reponer de este duro golpe, teniendo en cuenta que Cuba es una caldera en estado de ebullición. Más caliente no pueden estar los cubanos luego de que el 11 de julio pasado, medio país haya salido a la calle diciéndole al régimen cubano que ya se acabó.

Habrá que ver qué es lo próximo, porque más allá de que México esté alimentando económicamente al conglomerado militar de GAESA, y que se haya convertido quizás, en el próximo mediador para un deshielo político entre los gobiernos de EEUU y Cuba, los cubanos y las cubanas han dejado más que claro que no salieron a marchar para gritar que le pusieran la corriente, sino para gritar libertad, abajo la dictadura, y sobre todo, como dijo Luis Lacalle, citar esa canción tan bonita, que es patria y vida.

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