Por Cuba Impacto
A pesar de que son muchos los
científicos que explican que transformar los desiertos en zonas verdes
afectaría el comportamiento del clima en otras regiones del planeta, China ha
iniciado un proyecto para convertir estas extensiones áridas, que cubren el
41,3% de la superficie terrestre, en terrenos cultivables, con el objetivo de
aumentar la producción de alimentos.
De lo que se trata, es de un
proyecto surgido a partir de que en 2016 un equipo de científicos de la
Universidad Chongqing Jiaotong (China) afirmara haber desarrollado —tras más de
una década de investigación— una nueva tecnología con la que pueden convertir
la tierra árida y seca del desierto en tierra cultivable.
Con el uso a gran escala de
hidrogeles, el gigante asiático, que apenas cuenta con un 12% de superficie
cultivable a pesar de su gran extensión, pretende dotar de fertilidad a los desiertos,
convertirlos de esta manera en nuevas zonas agrícolas.
Las primeras pruebas en este
sentido fueron realizadas en el desierto chino de Ulan Buh, conocido por ser una
de las regiones más severamente desertificadas, y luego de plantar 260
hectáreas con el hidrogel, el resultado fue que lograron que la arena se convirtiera
en suelo cultivable, permitiendo plantaciones de pimientos, sandías, melones,
maíz, arroz, rábanos o patatas, y como si esto no fuera suficiente, cuando
compararon los resultados productivos con los de plantaciones realizadas en suelos
tradicionales, las plantas cultivadas en el desierto produjeron un mayor
rendimiento, utilizando la misma cantidad de agua necesaria para los otros cultivos.
Asimismo otras pruebas con
resultados similares fueron realizadas en el desierto de Mongolia Interior, el
desierto de Taklimakan en Xinjiang y la tierra desertificada en Zoige, Sichuan,
con un área total de más de 650 hectáreas, y de igual manera la nueva tecnología
fue implementada en los desiertos del Sahara y Medio Oriente, en las tierras
desertificadas del Tíbet y en la arena de las playas de las islas Xisha y
Xiamen, con una superficie de más de 1.300 hectáreas.
Este procedimiento consiste
en la aplicación de una pasta hecha de celulosa vegetal, que mejora en gran
medida la capacidad de las arenas del desierto para retener agua, minerales,
aire, microbios y nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas.
Si bien esto ayudaría a
tener una mayor disponibilidad de alimentos, tiene en contra las serias repercusiones
a gran escala que tendría sobre el clima, la biodiversidad, y el equilibrio
ecológico general del planeta, algo sobre lo que ya han comenzado a alertar
algunos expertos, señalando la reducción de biodiversidad de las especies en la
zona y la propagación de enfermedades en las plantas a causa del monocultivo en
algunas áreas.
Por último cabe destacar que
desde que comenzó el proyecto la región norte de China ha experimentado un
crecimiento de la cobertura verde del 5% al 13,5%, incluyendo algunas zonas del
desierto de Gobi que ahora están floreciendo con vegetación saludable, suelo
fértil, y aumento de las precipitaciones.
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