Por
Cuba Impacto
Este
viernes 21 de enero los jefes de la diplomacia estadounidense y rusa se
reunieron en Ginebra en busca de una solución sobre Ucrania, a cuyas puertas
está acampado el ejército ruso, haciendo caso omiso de las advertencias occidentales. El encuentro entre Sergei Lavrov y Antony Blinken tuvo lugar al
final de la mañana en un palacio de Ginebra.
"Acordamos
que la próxima semana íbamos a presentar respuestas por escrito a nuestras
propuestas", declaró el jefe de la diplomacia rusa, quien subrayó que él y
el secretario de Estado estadounidense "estuvieron de acuerdo en que es
necesario un diálogo razonable" para que "la emoción se calme". Luego
de eso, los dos hombres decidieron tener "un nuevo contacto a [su] nivel",
considerando "prematura" una nueva cumbre entre los presidentes
Vladimir Putin y Joe Biden. "No sé si estamos en el camino correcto, lo
sabré cuando tengamos una respuesta", dijo Lavrov nuevamente, y agregó que
estaba listo para escuchar "contrapropuestas, si las hay".
Asimismo
aseguró que Rusia "nunca, nunca, en ningún lugar, amenazó al pueblo
ucraniano", antes de denunciar una vez más que el poder ucraniano en estos
momentos es "rusófobo" y reprochar a la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) considerar a Ucrania como "perteneciente a su zona
de influencia".
Por su
parte Blinken dijo que le pidió a Lavrov evidencia de que Rusia no quiere invadir Ucrania. "Una buena manera de hacer esto es traer de regreso,
retirar, sus tropas a la frontera con Ucrania", insistió.
Además
el secretario de Estado estadounidense dijo que su país responderá
"incluso a la agresión rusa no militar". En sus declaraciones
preliminares, aseguró que Estados Unidos sigue buscando una salida diplomática
a la crisis, pero prometió una respuesta "unida, rápida y severa" en
caso de una invasión a Ucrania.
Menos
de veinte minutos antes del inicio de la reunión, Rusia ha hecho saber que
quiere la retirada de las tropas extranjeras de la OTAN de Rumanía y Bulgaria
como parte de un tratado que exige para acabar con la crisis ucraniana.
"Tal
demanda es inaceptable y no puede ser parte de los temas de negociación",
reaccionó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rumanía. El refuerzo de la
presencia militar de la Alianza Atlántica en la fachada sureste de Europa
"es una reacción puramente defensiva al comportamiento cada vez más
agresivo de Rusia" en la región, dijo Bucarest. Y esto "a pesar de
los intentos de la OTAN de entablar un diálogo constructivo".
En
tanto el servicio de inteligencia militar de Ucrania acusó a Moscú de continuar
"fortaleciendo las capacidades de combate" de los separatistas
prorrusos en el este de Ucrania con, entre otras cosas, tanques, sistemas de
artillería y municiones.
Blinken
llegó a las orillas del lago de Ginebra después de un recorrido rápido. Primero
fue a Kiev para asegurar a Ucrania el apoyo occidental, luego a Berlín, donde se reunió con representantes alemanes, franceses y británicos para reafirmar la
solidez del frente aliado.
El
canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro británico, Boris Johnson,
se hicieron eco de las amenazas de represalias de Estados Unidos al advertir de
que Rusia debería esperar unos costos "considerables y graves" en
caso de agresión militar a Ucrania.
La
número dos del Departamento de Estado, Wendy Sherman, tuiteó nuevamente durante
la noche que Estados Unidos y sus aliados se habían acercado, pero "hasta
ahora [sus] gestos de buena voluntad [habían] sido rechazados".
Su homólogo
ruso, Sergei Ryabkov, dijo a los periodistas en la sala de reuniones, que "Rusia
no tiene miedo de nadie, ni siquiera de Estados Unidos", cuando un
periodista le preguntó a qué tenía miedo Rusia.
"El
intento estadounidense de aumentar las tensiones ayer y anteayer no creó la
atmósfera necesaria" para las conversaciones, dijo, esta vez en ruso. Y
para agregar: "Vamos a intentar cambiar el tono de los estadounidenses,
instarlos a trabajar de acuerdo con nuestra agenda, en garantías de seguridad".
Hay
que neter en cuenta que esta reunión es el último paso a dos de un intenso
ballet diplomático que comenzó con dos conversaciones entre los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden en diciembre. Para Washington, la perspectiva de una
incursión militar rusa en Ucrania es cada vez más probable, con decenas de
miles de tropas desplegadas durante semanas en la frontera ruso-ucraniana.
El
Kremlin niega cualquier belicismo, pero condiciona una desescalada a los
tratados que garantizan la no ampliación de la OTAN, y una retirada de facto de
esta última en Europa del Este. Una condición inaceptable para los
occidentales.
No
hay que perder de vista que junto a este encuentro entre rusos y
estadounidenses, las autoridades ucranianas acusaron este viernes a Rusia de
estar detrás de cientos de falsas amenazas de bomba destinadas a "sembrar
el pánico" en el país.
"El
objetivo de los servicios especiales del país agresor es obvio: aumentar la
presión sobre Ucrania, sembrar la zozobra y el pánico en la sociedad",
aseguró en un comunicado de prensa los servicios de seguridad ucranianos, el
SBU.
Desde
principios de año ya se han registrado en Ucrania más de 300 amenazas de bomba,
todas falsas, frente a las casi 1.100 de todo el año anterior, según esta
fuente. Según la SBU, este tipo de operación es parte de una estrategia de "guerra
híbrida moderna" contra Ucrania. Casi todas estas alertas se enviaron por
correo electrónico y provenían de territorios bajo el control de separatistas
prorrusos en el este de Ucrania o de Rusia, dijo la policía nacional.
Las
alertas se dirigieron a escuelas en particular, pero también a estaciones de
metro, centros comerciales, aeropuertos e incluso a la presidencia.
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