Los iraquíes no ocultan su cansancio ante las
tormentas de arena, que han tomado una escala sin precedentes en los últimos
meses.
Por
Cuba Impacto
A
pesar de las tormentas de arena o polvo, el repartidor Milad Mitti no puede
darse el lujo de perder un día de trabajo. Para recorrer las calles de Bagdad
en moto y repartir la comida a los clientes, el joven de 30 años se equipa lo
mejor que puede: gafas "para el polvo" y una bufanda gris que le
cubre la boca y la nariz "para poder respirar".
Con
una docena de tormentas de arena desde mediados de abril, Irak ahora se ha
acostumbrado a despertarse con un cielo grisáceo cargado de polvo, cuando no es
un halo naranja que envuelve las ciudades del país. Muchas veces en las últimas
semanas, los aeropuertos se han visto obligados a suspender vuelos debido a la
visibilidad reducida. Nuevamente el domingo, el Aeropuerto Internacional de
Bagdad interrumpió sus operaciones durante varias horas.
Asma, insuficiencia respiratoria
"Probablemente
sea el primer año que Irak ha visto tantas tormentas de arena", dijo
Milad. En este primer domingo de julio, tuvo que lidiar con una temperatura de
40 grados y otra tormenta de polvo. “Es muy difícil ver. Nos estamos
asfixiando. Hace calor. Hay que tomar jugos y líquidos para conservarse”,
agrega el joven de 30 años.
A
pesar del calor sofocante que aplasta una ciudad de ultra hormigón, más
peatones llevan mascarilla. En mayo, las tormentas de arena mataron a una
persona, mientras que al menos 10.000 personas tuvieron que ser atendidas en el
hospital por problemas respiratorios. Se trata principalmente de personas de
edad avanzada o personas que padecen asma, insuficiencia respiratoria o
enfermedades cardíacas.
“Lavar toda la casa”
Las
autoridades presentan a Irak como uno de los cinco países más vulnerables a los
efectos del cambio climático y a la desertificación, uno de los factores más
importantes detrás de la multiplicación de las tormentas de arena. Durante las
próximas dos décadas, se espera que el país experimente "272 días de
polvo" por año y en 2050 se alcanzará el umbral de los 300 días, según un
funcionario del Ministerio del Medio Ambiente.
Entre
las medidas recomendadas para combatir este fenómeno, las autoridades citan la
creación de cinturones verdes alrededor de las ciudades. Pero el país de 41
millones de habitantes también sufre escasez de agua y una disminución de las
precipitaciones.
Razzak
Jassem, electricista, culpa a los "fallos" de las autoridades y a los
"miles de millones gastados en tonterías" en un país rico en
hidrocarburos. Se ha resignado a las tormentas. "Te pones una máscara, te
molesta, te sofoca, quieres quitártela. La quitas y es polvo", dice.
También
están las constantes limpiezas en los hogares. "Cada vez que pasa la
tormenta, hay que lavar toda la casa. No importa lo bien que aísles, el polvo
entra". Para el hombre de 35 años, casado y padre de tres hijos, "todo
vale la pena, el gobierno no puede traernos nada. Dejaremos de trabajar cuando
muramos. Mientras estemos vivos tenemos que trabajar”, bromea.
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