Muchos cubanos de la isla no lo conocían. Escuchaban hablar de él, pero solo como leyenda urbana, como el hombre del saco. Pero López-Calleja siempre estuvo ahí, en las sombras.
Cuba
despertó esta mañana con la noticia de la muerte del general de división Luis
Alberto Rodríguez López-Calleja. Es como si hubiera muerto otro miembro de la
familia Castro, uno de los jefes de la cúpula, uno de los titiriteros, y es que
lo era. Porque Calleja era el jefe del Grupo de Administración Empresarial de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (GAESA).
Murió
de un infarto, o eso dijo la prensa oficialista en una nota escueta que no
reúne en ella la importancia del que fuera el jefe del consorcio empresarial
dueño de por lo menos el 70% por ciento de la economía cubana. Un consorcio que
solo reafirmaba que Cuba es una dictadura manejada por una cúpula mafiosa y
militar de la que Calleja era una de sus principales cabezas.
Sin
embargo, murió como mueren las personas porque para eso solo hay que estar
vivo. Le dio un infarto al Zar, al que ya era diputado por el municipio
Remedios de Villa Clara, una plaza que al parecer funciona como catapulta para
las personas que aspiran llegar al Buró Político, aunque Calleja era un hombre,
hasta hace muy poco, al que no le gustaban las cámaras porque así son los
mafiosos. No fue hasta su nombramiento como miembro de la Asamblea que lo
presentaron de manera formal en la televisión aunque ya viajaba acompañando a
Díaz-Canel a varios eventos y aparecía en las fotos de manera anónima, sin que
lo nombraran.
Y es
que muchos cubanos de la isla no lo conocían. Escuchaban hablar de él, pero
solo como leyenda urbana, como el hombre del saco. Pero López-Calleja siempre
estuvo ahí, en las sombras, manejando el consorcio GAESA porque a Cuba la
gobiernan los militares. Son ellos los que nos han tenido viviendo la pesadilla
comunista durante estos 60 años.
No
se confundan, Calleja era uno de los grandes dictadores de este país.
Ex
yerno del dictador Raúl Castro y padre de Raúl Guillermo Castro Espín, "el
"cangrejo, el Zar caribeño, como se le conocía, murió este primero de
julio, al que muchos cubanos influenciados por las bolas habían nombrado como
el día cero. Y es que las bolas en Cuba nacen de lo real maravilloso. Lo que sí
es un hecho, es que en el llamado día cero, murió el general de división Luis
Alberto Rodríguez López-Calleja.
Se
fue dejando otra incógnita, la de qué tan títere es Díaz-Canel, si es que lo
es, o la de cuánto poder tiene Alejandro Castro Espín si es que lo tiene, al
que también le adjuntan gran parte del poder en Cuba aunque el hombre tampoco
es de los que aparece en cámaras y vive al menos visiblemente, como uno de la
cúpula, pero no como jefe de ella.
Los
cubanos están celebrando la muerte de López-Calleja, por ellos, por Cuba, y sobre
todo por las víctimas del supuesto accidente del hotel Saratoga. A medida que
pase el día subirán fotos celebrando y tomando cerveza, porque eso es lo que le
toca al castrismo, la burla indiferente hacía una cúpula odiada por todas las
atrocidades cometidas en esta isla a nombre del socialismo.
Cúpula
militar que debe estar fracturada mientras aspiran a repartirse GAESA, de la
que López-Calleja no podrá coger un peso más, ni podrá disfrutar de sus torres
terminadas porque en el fondo los dictadores acaban así, muertos de un dolor
muy grande en el pecho, perdidos en un laberinto. Solos.
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