Vota No si amas a tu familia

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En la misma medida que los votos efectivos pueden ser trucados, también las cifras de abstinencia pueden serlo, y aunque usted se quede en casa, puede acabar sumando, incluso, la cifra pública de votantes por el Sí.

Por Reynaldo Pérez Guzmán

El próximo 25 de septiembre, cada individuo tomará una importante decisión frente al referendo al Código "de las Familias" redactado por la tiranía socialista cubana.

Las tres opciones sobre la mesa, Votar Sí, No Votar y Votar No, presentan por estos días sus razones en redes sociales. El Sí, promovido tanto por los marxistas en el poder como por aquellos que se presentan como independientes, privilegia la carga emotiva, la idea de que al destruir los conceptos de familia y matrimonio gay habrá derechos conquistados y las personas no heterosexuales serán más libres, o que Cuba será más justa. Esto es ilógico, por supuesto, pues no existe libertad o justicia alguna bajo el totalitarismo. Creen que serán felices después del Código, pero institucionalizar su alejamiento de la biología o el sentido común no los pondrá en ese rumbo.

En el Sí ha resonado también un fatuo orgullo: "este es el colofón de la lucha de la comunidad Lgbt en Cuba"; cuando en verdad, es la imposición de Raúl Castro y su hija, Mariela, pues el primero presidió la asamblea constituyente de 2018 y la segunda ha diseminado con fondos estatales propaganda Lgbt en cada resquicio de la sociedad durante más de una década a través del Cenesex.

El laico católico Osvaldo Gallardo ha sintetizado así el sentimentalismo entorno a la superficialidad del Sí al Código: "Cuando parece que estamos de acuerdo esencialmente de la cintura para arriba, viene la Dictadura y propone un referendo para dividirnos de la cintura para abajo. ¡Y lo logra!".

Asimismo, el Voto Sí implica que aprobar "derechos" nuevos se llevará por delante la Patria Potestad, eliminada del Código o le dirá a la familia cómo tratar a sus miembros. El gran hermano es más real con esta legislación, pues el Estado se mete ahora en el recodo familiar.

Por otra parte, el No Voto es un poco más complejo. Instituciones como el think tank Estado de Sats abogan por esto: "Hace 3 años @EstadodeSats lanzó la campaña #CubaBoicot #YoNoVoto impulsando no participar en la farsa constitucional del régimen. Hoy esa campaña sigue vigente ahora por un 'código familiar' a la medida del neocastrismo".

Activistas como Ángel Moya refieren que no se debe participar "en ninguna iniciativa de votación organizada por el régimen comunista de Cuba; participar, es reconocer y aceptar las leyes que lo sostienen", y también pidió boicotearlas.

Bajo la lógica de que toda participación en un proceso en tiranía legitima al tirano, y que los votos por el No pueden ser trucados (se vota con lápiz en Cuba), lo mejor pareciera quedarse en casa. Sin embargo, en la misma medida que los votos efectivos pueden ser trucados, también las cifras de abstinencia pueden serlo, y aunque usted se quede en casa, puede acabar sumando, incluso, la cifra pública de votantes por el Sí.

Voto no

El periodista René Gómez Manzano ofreció razones para el Voto No el próximo 25 de septiembre: "[Votar No] reflejaría una clara postura en contra de la referida ley y del gobierno imperante que la propone. No desconozco que existe un peligro: que las autoridades electorales, a nivel nacional, provincial o incluso local, adulteren los verdaderos resultados del proceso".

"El riesgo es real, pero el costo político, dentro de sus propias filas, sería altísimo para los castristas. Quienes participen en los escrutinios conocerán las adulteraciones perpetradas. Los verdaderos resultados siempre serían conocidos por la dirigencia, y esta, aunque algunos piensen lo contrario, no es monolítica. Enquistados dentro de ella hay partidarios anónimos de iniciar los cambios que el país necesita con desesperación", subrayó el histórico opositor cubano.

"Un número considerable de votos por el No permitiría que en Cuba, al igual que ha sucedido en las docenas de países euroasiáticos que felizmente se han librado del comunismo, se inicien dentro del mismo partido único esos cambios imprescindibles", escribió Manzano.

Yaxis Cires, miembro del Observatorio Cubano de Derechos Humanos resaltó en sus redes sociales: "Es muy difícil apoyar un ejercicio tan hipócrita, sectario y excluyente, donde una parte importante del pueblo no ha sido escuchada ni tendrá la posibilidad de organizar su campaña contraria a los dictados del régimen".

Claramente, a quienes hacen activismo por el Sí les es funcional este escenario represivo, y ello revela un detalle interesante: no les importa la democracia, sino su propia agenda. Y si para imponer esa agenda, la tiranía aplasta al otro, no importa, toca mirar a otro lado. No por mucho hablar de equidad se desea en verdad esta, sino solo cuando es funcional.

¿Se ha pronunciado algún entusiasta del Sí sobre la violencia estatal, que ha incluido golpizas y arresto domiciliar, contra líderes de la sociedad civil opuestos al Código?

En otro post, Cires refirió: "Los Derechos Humanos no tienen ideología, pero las agendas sí. ¿Por qué se valida algo [un Código] que no respeta o garantiza la libertad de conciencia o educativa? ¿Qué significa apoyar unos derechos y otros no?".

El Código ataca a la Familia debilitando la autoridad legal de los padres con la eliminación del concepto de Patria potestad y, para peor, refuerza el adoctrinamiento en un país sin opciones educativas al inyectar ideología de género en el currículo escolar.

Lo que sí está claro es que la inclusión de esa forma de neomarxismo en el Código hará a esta la más impopular ley castrista al día de hoy, como tres años atrás ocurrió con la Carta Magna.

Si hasta a inicios de los 2000 las "votaciones" del régimen se saldaban con un noventa y tanto por ciento de "aprobación popular", después de más de un 11.5 por ciento de votantes en contra y en blanco frente a la Constitución de 2019, personeros de la tiranía socialista son más cautelosos al esbozar pronósticos. Mariela Castro vaticinó en mayo pasado que la votación a favor será menor a la de la Constitución. Saben que decae por día su popularidad.

El 25 de septiembre cada quien votará por lo que cree más importante. El Voto Sí votará por el Estado; el No Voto, por la Libertad; el Voto No, por la Familia. En los dos últimos casos no significa que uno u otro desprecie los elementos prevalentes para cada quien, sino que los jerarquizan de modo distinto.

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