La crisis sanitaria ligada al Covid-19 o las manifestaciones contra la política sanitaria del Estado no parecen comprometer una renovación del mandato de Xi Jinping por cinco años.
Por Cuba Impacto
Xi
Jinping parece invencible a pesar de todas las dificultades encontradas durante
su último mandato. Se espera que el presidente chino sea reelegido como jefe
del país por tercera vez durante la sesión anual del Parlamento chino. Ni las
muertes por la pandemia, ni las airadas manifestaciones de noviembre contra las
restricciones sanitarias, ni el coste económico de estas últimas parecen
obstaculizar el camino.
En
el congreso del Partido Comunista de octubre, el hombre de 69 años, en el poder
desde 2012, ya se había prorrogado cinco años al frente de la organización
política y del ejército, convirtiéndose en el líder más poderoso en décadas. Y
si la reciente agitación en China ha resquebrajado su imagen de líder
infalible, esto no afectará la cuidadosa puesta en escena de la sesión
parlamentaria, una gran misa política anual.
Como
cada año, los cerca de 3.000 diputados de la Asamblea Popular Nacional (ANP)
ratificarán como un solo hombre las decisiones del Partido Comunista Chino
(PCCh) en el poder -en particular el nombramiento de un nuevo Primer Ministro-,
en el marco de la ceremonia en el Palacio del Pueblo en Beijing. Se espera que
la sesión dure unos diez días y se espera que el nuevo mandato presidencial se
vote hacia el final. A priori, Li Qiang, cercano al presidente y líder del
partido en Shanghái, será nombrado primer ministro.
El intocable Xi Jinping
“La
opinión pública con respecto (a Xi Jinping) probablemente no sea muy buena, el
Covid cero ha socavado la confianza de la gente”, observa Alfred Muluan Wu,
profesor asociado de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la
Universidad Nacional de Singapur. Pese a ello, el presidente mantiene una
posición "bastante fuerte" en la cúpula del partido, lo que lo hace
prácticamente intocable, añade. A medida que el país parece estar saliendo
lentamente de la pandemia, Xi Jinping, quien ha colocado a sus seguidores más
leales en altos cargos del partido, parece más poderoso que nunca.
Esta
semana, un extenso retrato publicado por el Diario del Pueblo lo describió como
un líder incansable, elogiando su sentido del sacrificio y asegurando que
"la gente común lo ve como un pariente querido". Y finalmente, las
protestas de noviembre, lejos de sacudirlo, “le dieron exactamente la puerta de
salida que estaba buscando”, dijo Christopher Johnson, director general de la
consultora China Strategies Group. “Si salió bien el abandono del cero
Covid-19, podría decir que escuchó a la gente. Si sale mal, podría culpar a los
manifestantes y a las 'fuerzas extranjeras hostiles' que su jefe de seguridad
ha sugerido públicamente que lo estaban apoyando”, escribió en la revista
Foreign Affairs.
El domingo, el primer ministro saliente, Li Keqiang, presentará su informe, que indicará el objetivo de crecimiento para 2023, esperado en un 5,3 %, uno de los más débiles en décadas, según un consenso de economistas encuestados por la 'France Media Agency'. También dará a conocer el presupuesto de defensa, que no ha dejado de aumentar año tras año: en un contexto de fuertes tensiones entre China y Estados Unidos, en particular por la cuestión de Taiwán, debería volver a avanzar.
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